Gestionar el comportamiento

Gestionar el comportamiento para aumentar el compromiso de los alumnos.

Este es el último de una serie de seis posts sobre cómo involucrar a sus alumnos en la clase de pubertad. Lea la Parte 1 AQUÍ.

Estrategia nº 6: Gestionar el comportamiento

La participación de los alumnos en la clase de pubertad aumenta cuando los educadores controlan eficazmente el comportamiento. Los alumnos comprometidos tienen menos probabilidades de portarse mal en clase. Por el contrario, los alumnos que se portan mal tienen menos probabilidades de participar. La gestión del comportamiento en el aula es un aspecto crucial para crear un entorno de aprendizaje positivo y productivo. Requiere un enfoque reflexivo y proactivo que se centre en construir relaciones, establecer rutinas y recompensar las elecciones positivas. En esta entrada del blog, exploraremos estrategias y herramientas prácticas para la gestión eficaz del comportamiento que pueden desarrollar una atmósfera armoniosa y atractiva en el aula.

Construir relaciones:

Uno de los principios de la gestión del comportamiento es establecer relaciones sólidas con cada alumno. Dedicar tiempo a comprender sus necesidades, intereses y dificultades crea una base de confianza y respeto. Cuando los alumnos se sienten valorados y escuchados, es más probable que muestren un comportamiento positivo y participen activamente en clase. Los controles periódicos, las reuniones individuales y la creación de oportunidades de colaboración pueden fomentar una relación de apoyo entre el profesor y el alumno. Los estudios de investigación han demostrado que las relaciones positivas entre profesores y alumnos contribuyen significativamente a mejorar el comportamiento y el rendimiento académico [1].

Establezca rutinas predecibles:

Mantener una rutina predecible es una estrategia informada sobre traumas que proporciona a los alumnos una sensación de seguridad y estabilidad. La coherencia en los horarios diarios y la claridad de las expectativas ayudan a los alumnos a sentirse seguros y reducen la ansiedad, especialmente en el caso de los que han sufrido traumas. Al establecer una rutina estructurada, los profesores pueden sentar las bases de un aprendizaje productivo y reducir al mínimo las interrupciones causadas por acontecimientos inesperados. Se ha comprobado que las estrategias de gestión del aula basadas en el trauma mejoran el compromiso de los alumnos y reducen los comportamientos problemáticos [2].

Enseñar y recompensar los comportamientos positivos:

Enseñar, reconocer y reforzar los comportamientos positivos es una forma eficaz de animar a los alumnos a tomar buenas decisiones. Los niños necesitan que se les enseñen los comportamientos prosociales deseados; no llegan automáticamente a la escuela conociendo las expectativas. Los programas de Intervenciones y Apoyos para un Comportamiento Positivo (PBIS, por sus siglas en inglés) y de Aprendizaje Socioemocional (SEL, por sus siglas en inglés) están diseñados para enseñar a los alumnos los comportamientos que necesitan para tener éxito en la escuela. Al elogiar y reconocer los comportamientos prosociales, los profesores pueden motivar a los alumnos para que repitan las acciones positivas. Utilizar herramientas como el Bingo del Comportamiento, en el que los alumnos ganan sellos o fichas por demostrar los comportamientos deseados, puede hacer que el proceso sea más atractivo y divertido. Estas recompensas pueden canjearse por pequeños premios o privilegios, creando un bucle de refuerzo positivo que fomenta el comportamiento positivo continuado.

Ignorar el comportamiento negativo:

A veces, los alumnos tienen un comportamiento negativo para llamar la atención o perturbar la clase. En tales casos, puede ser útil utilizar una estrategia de ignorar, en la que el profesor se abstiene de prestar atención o reforzar el comportamiento no deseado. Al redirigir la atención hacia acciones positivas y recompensar el comportamiento adecuado, los alumnos comprenden que el comportamiento negativo no produce el resultado deseado. Sin embargo, es esencial señalar que esta estrategia debe emplearse con cautela y de forma selectiva, teniendo en cuenta la gravedad y el impacto del comportamiento en el entorno de aprendizaje.

Asigne responsabilidades a los alumnos que requieren atención:

Los alumnos que buscan constantemente llamar la atención pueden beneficiarse de que se les asigne una tarea o responsabilidad específica dentro del aula. Proporcionarles un papel que contribuya al buen funcionamiento de la clase puede redirigir su energía y centrarlos en una tarea productiva. Enséñeles a hacer la responsabilidad asignada para aumentar su capacidad de tener éxito y llamar la atención de forma prosocial. Esta estrategia no sólo implica positivamente al alumno, sino que también fomenta su sentido de la propiedad y la responsabilidad, lo que conduce a una mejora del comportamiento y la autoestima.

La gestión del comportamiento en el aula requiere un enfoque polifacético que dé prioridad a la creación de relaciones, establezca rutinas predecibles, recompense las elecciones positivas y aborde el comportamiento de búsqueda de atención. Mediante la aplicación sistemática de estas estrategias, los profesores pueden crear un entorno en el que los alumnos se sientan apoyados, motivados y participen activamente en su proceso de aprendizaje.

Esta es la sexta parte de una serie de seis partes sobre Cómo involucrar a los alumnos en la clase de pubertad.

Recursos:
Referencias:

[1] Hamre, B. K., & Pianta, R. C. (2001). Early teacher-child relationships and the trajectory of children's school outcomes through eighth grade. Child development, 72(2), 625-638. https://www.jstor.org/stable/1131933

[2] Durlak, J. A., Weissberg, R. P., Dymnicki, A. B., Taylor, R. D. y Schellinger, K. B. (2011). El impacto de la mejora del aprendizaje social y emocional de los estudiantes: Un meta-análisis de las intervenciones universales basadas en la escuela. Desarrollo infantil, 82(1), 405-432.

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